04 septiembre 2012

2 Se hace camino al andar: Nájera-Grañon - 28 km

Salida 7 - Llegada 1.30

Esta mañana he querido seguir el consejo de una jovencísima francesa que lleva 40 días caminando (empezó en (Le Puy). Ella se levanta más tarde y sale después que toda la masa de peregrinos afanados han echado a caminar. Pero ha sido imposible. A las 6 de la mañana el movimiento es tal que no hay quien duerma. Cabe aclarar que el albergue de Nájera es como pocos. Éramos 90 en una sala gigante. Todavía me maravilla que solo escuché roncar al que tenía al lado.

Me pongo en marcha. Despegar toma su tiempo. Hay que volver a armar la maleta pensando detenidamente en como ponemos las cosas para no dejar en lugar inadecuado algo que se podría necesitar durante el camino. También hay que acordarse de sacar algún tentempié imprescindible casi casi cada dos horas. Salí con tanta emoción que me dejé el tentempié en la cocina.

Hoy he decidido que si mi salud me acompaña no voy a detenerme en la etapa "tradicional" sino que voy a seguir hasta el pueblo siguiente. Además que la etapa de hoy es más corta y vienen de más largas y pesadas, tiene la ventaja de que evitas la gran aglomeración de peregrinos. Ha sido una hermosa y muy agradable sorpresa encontrarme en Grañon un albergue de "voluntad" y saber que entre otras cosas íbamos a cocinar, cenar y fregar los platos juntos. El dinero que se recoge voluntariamente compra la comida de los peregrinos del día siguiente.

Los pueblos que encontramos a lo largo del camino son una bendición porque sabemos que en ellos encontramos avituallamiento, tan necesario en largas caminatas y más sabiendo que esto permite no llevar más en las ya pesadas mochilas. Pero siento como querer escapar de la urbe y permanecer en los caminos solitarios, solo poblados de peregrinos aquí y allá. De la misma forma a veces parece como si también quiero escapar de los mismos peregrinos.

Aun y así tengo conversaciones con unos y otros. Camino pocos kilometros antes de llegar a Santo Domingo de la Calzada con Tino (un jovencísimo belga que viaja con su padre y smigo de su padre - ya coincidimos en Logroño) y Eri (otra joven de Corea). La conversación es animada hablando de como arreglar el mundo.

A algunos metros de Santo Dominho nos asaltan casi un grupito de niños que venden limonada casera y regalan un mapa del pueblo. La limonada está muy dulce y no muy fresca pero la bebo con mucho gusto.

En Santo Domingo dejo colas de peregrinos que están por entrar en los albergues y decido proseguir a Grañón.

No me voy a arrepentir de tal elección. Hay dos albergues, el parroquial y otro privado. Una anciana me recomienda el parroquial y allí me dirijo.

Se duerme en el suelo en colchonetas algo finas pero ni me entero en mi siesta de lo cansada que estoy. Que bien se está después de los pinchos del Bar Teo, la ducha y la siesta. Gay una conversación animada abajo en el patio a la que me uno. Antes de ir todos a preparar la cena voy a recoger la ropa que colgamos en un tendedero público.

Los momentos de preparación de cena y cena son entrañables, recogen el espíritu del camino. La noche se acaba con un tiempo de compartir alguna reflexión del día en la iglesia. No puedo dejar de pensar en aquel que dijo "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida."














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