Salida 7.50 - Llegada 15.00
Hoy ha sido mi etapa de lágrimas. Ayer fue malo. Hoy peor. Hoy no se ha levantado el día.
La lluvia ha llegado de todas las maneras: leve, moderada, fuerte. También el viento: leve, moderado, fuerte. Y también la combinatoria de lluvia con viento. Se ha puesto la cosa peor cuando todavía quedaban por lo menos 8 km. Entonces he decidido volar para acabar con todo esto lo antes posible. Pero la etapa ha sido muy larga en kilómetros y todavía no se como lo he hecho.
Mi vista ha estado prácticamente pegada al suelo. Para evitar la lluvia en los ojos, para ver donde ponía el pie y para tratar de no pisar caracoles, gusanos y otros que hoy me han acompañado en el camino.
He tenido un susto en un momento de desorientación cuando un coche se ha parado por detrás mío y alguien ha salido de forma precipitada. Pero muy amable el señor me ha indicado el camino. No he respirado a ritmo metros después de haber escuchado el coche marchar.
Hemos llegado todos al albergue chorreando y con el frío metido en el cuerpo. No se ha secado la ropa ni los zapatos (hoy Goretex o no, no importa, todos se han mojado). La calefacción solo funciona a partir de las 22.30. Pero claro hay que evitar condensación.
He estado casi toda la tarde en la cama metida en mi saco salvo los momentos de comida que me han calentado y unos minutos que ha salido el sol y he tenido que ir a sellar y pagar el albergue.
Vuelvo a estar metida en la cama. Mañana no voy a Muxia sino directamente a Fisterra. Dicen que la ruta es más hermosa pero sobretodo porque el tiempo no va a cambiar.
Todo esto es parte del camino también, así como la vida. Las tormentas no se pueden evitar, hay que caminar a través de ellas con resistencia, con perseverancia, con seguridad. Al fin y al cabo después de la lluvia sale el sol, tarde o temprano.
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