08 abril 2011

Los amigos de mis amigos son mis amigos, y los amigos de los amigos de mis amigos también

El otro día mis amigos fueron invitados a una fiesta de cumpleaños. Yo resultaba estar pasando unos días con ellos y fui invitada de rebote a esta fiesta. Tenía reparos por no conocer a nadie, no hablar el idioma, y tener que hacer todo el esfuerzo para lo que pensaba sería algo inútil. Al fin y al cabo, ¿qué posibilidades tendría yo de volver a ver a esta gente? El arreglo fue que yo podría traer mi novela... Así que pensé que en estas condiciones, lo que fuera...

La tarde era espléndida, el sol radiaba, las dunas en Soest (Holanda) me hacían recordar a mi amado Mediterráneo (solo faltaba el agua) y como quien no quiere la cosa, también tuve derecho a pastel con fresas y nata, a té, y más adelante a helado y vino. Toda una celebración en medio de... los amigos de mis amigos.

Pensé que increíble es que seamos criaturas creadas para vivir en comunidad. Que siempre es rico conocer a gente nueva. Y que uno puede ser uno mismo aunque sea en su debilidad (en este caso de no poder comunicar en el idioma).

Los amigos de mis amigos son mis amigos, y los amigos de los amigos de mis amigos también.

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